viernes, 27 de enero de 2012

La biomúsica influye en la bioenergética del ser humano


En Biomúsica tenemos que  basarnos en conceptos, ejercicios experiencias directas y concretas, presentando todo  bajo un modo eminentemente práctico, como si cada uno de ellos fuera una herramienta que podemos usar según nuestras necesidades. 

Creo que su origen es antiquísimo y algunos vestigios de dicha gimnasia se observan aún en diversas disciplinas que actualmente continúan su propio camino. Podemos encontrar rastros en lo que hoy conocemos como Yoga, Bioenergética, Danzaterapia, Expresión corporal, Tai chi, Gimnasia psicofísica, Stretching y tantos otros métodos y sistemas, asi trabajamos más precisamente en lo que es el triángulo Cuerpo , Energía  y Sonido.


Está suficientemente demostrado que las vibraciones sonoras que producimos o recibimos pueden hacer sentir su efecto sobre nuestro organismo. El cuerpo humano es un receptor de dichas vibraciones y se encargan de transmitirlas a los órganos y vísceras correspondientes. En Biomúsica nos podemos ayudar con ciertas palabras o conjunto de sonidos vocales que ayudan a limpiar y tonificar nuestro sistema bioenergético. Estas "magias" eran conocidas por algunos pueblos antiguos y fueron  el origen de oraciones y plegarias que aún hoy continúan utilizándose, aunque ahora su verdadero objetivo y significado se haya perdido o transformado con el tiempo, son de gran ayuda en la actualidad.



Nuestra voz posee una gran fuerza sanadora. Actúa sobre todas y cada una de las células del cuerpo y, de algún modo, nos modela y representa. La voz de una persona es su tarjeta de presentación, en ella está escrita su historia privada, sus emociones y su modo de ser. Nuestra voz es un libro abierto para un observador experimentado, porque es dinámica y delata el estado de ánimo y de salud en el que nos encontramos: la voz y el cuerpo están unidos indisolublemente. Más allá de estas generalidades, nos interesa uno de sus atributos básicos: nuestra voz posee una gran fuerza sanadora, ya que puede influenciar con sus vibraciones cada una de las células del cuerpo y podemos usarla terapéuticamente. Además, hay sonidos de la voz que resuenan con más facilidad en determinadas partes del cuerpo. Esto se debe no solamente a la frecuencia con que se los emita, sino también a una cierta predisposición de estos sonidos para resonar en esos precisos lugares. Al pronunciar nuestro nombre, por ejemplo, ponemos en movimiento una gran cantidad de factores subjetivos fuertemente vinculados a nuestra emotividad.   El propio nombre lleva en sí una gran cantidad de connotaciones ligadas a personas, objetos, lugares y situaciones. Decir nuestro nombre, repetirlo, cantarlo, hacerlo salir de nosotros mismos, puede ayudar a descargarnos de emocionalidad negativa.


Un claro ejemplo de esto es cantando el sonido más grave que podamos entonar y palpando las zonas de cuerpo donde este tono resuena, podemos sentir sus vibraciones en el pecho y parte del vientre, la espalda y la zona de las costillas. Si probamos con un sonido medio, ni grave ni agudo, vibrará el cuello, las clavículas, la mandíbula inferior y parte de la nuca. Este segundo sonido se colocará un poco más arriba respecto al primero. Por último, si cantamos un sonido agudo, al volumen más alto que podamos, observaremos que vibran los huesos de la cabeza, la nariz, la frente y el paladar, o sea zonas más altas. Esto se debe al hecho de que cada frecuencia resuena en un lugar particular del organismo: mientras más agudo es el sonido producido o recibido, más hacia lo alto vibrará en nuestro cuerpo.

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