viernes, 27 de enero de 2012

Retunning to 528 hz. with Dr. Horowitz (subtitulado)






Mario Corradini - músico, docente e investigador, este argentino residente en Italia ha desarrollado una intensa actividad en el campo de la composición musical y en la investigación sobre las propiedades terapéuticas del sonido. Con la Biomúsica -de la cual es ideador- trabaja en comunidades para la rehabilitación de personas con problemas de tóxico dependencia, en escuelas, en grupos e instituciones con niños y adultos.


¿La Biomúsica tiene algo que ver con la Musicoterapia?
Biomúsica es también una de las ramas del gran árbol de lo que actualmente se conoce como Musicoterapia. Pero decir Musicoterapia es dar un nuevo nombre a una ciencia tan vieja como la humanidad, ya que desde la más remota antiguedad se atribuye al sonido propiedades terapéuticas, aún desde antes se llamara Música al sonido organizado. Cuando los hechiceros hacían sonar sus calabazas para alejar las enfermedades, cuando tocaban el gran tam-tam para que la tribu bailara en comunión, cuando el sacerdote cantaba para evocar a los espíritus, o cuando en la actualidad la madre que acuna cantando a su bebé, la gente silba acompañando su trabajo, o los cantos litúrgicos que intentan inducir a un estado de recogimiento entre los feligreses, también usan la música con el propósito de hacer un bien al cuerpo o al ánimo, aunque no se lo propongan como punto de partida.




Sin embargo nadie hablaba de frecuencias sonoras, ni de bloques emotivos ni de problemas psicofísicos, ni de somatización, o sea de los temas que se hablan en Biomúsica.Así es, pero eran y son músicas y terapias, lo eran de un modo extraño para la mente actual, pero, si utilizaban el sonido para curar, para integrar socialmente o para colocarse en estados de conciencia distintos del cotidiano, podemos afirmar que no existen diferencias notables con el uso contemporáneo de la Musicoterapia. En todos esos ejemplos encontramos la música usada más allá de la misma música, y desde allí hasta el uso conciente del sonido con objetivo terapéutico hay pocos pasos.

Cierto es que aquellos rituales arcaicos son algo extraño para la mente actual.Claro, pero si utilizaban el sonido para curar, para integrar socialmente o para colocarse en estados de conciencia distintos del cotidiano, podemos afirmar que no existen diferencias notables con ciertos usos contemporáneos de la Musicoterapia. La diferencia con los antiguos métodos consiste en que, como disciplina terapéutica, se debe tener en cuenta los fines que nos prefijamos y los elementos que nos pueden llevar hacia ellos. Natutalmente debemos considerar las necesidades de la persona sobre la que operamos y nuestras propias capacidades, para no obtener resultados distintos o contrarios a los deseados.



¿Cómo nace Biomúsica?
Años atrás, participando en las jornadas de "Educación por el arte" organizadas entre maestros argentinos, hablábamos sobre la necesidad de buscar nuevos senderos pedagógicos para revitalizar la educación en los colegios. La conclusión más importante fue darnos cuenta de que el obstáculo más grande estaba en nosotros mismos, los maestros. Nuestra rigidez física y mental alejaba a los alumnos y creaba barreras a la comunicación, la complicaba más allá de cualquier método utilizado. Nos preguntábamos en qué modo se podía intervenir sobre nuestras limitaciones. Estábamos preocupados por el temor a parecer ridículos y por una cierta inflexibilidad que, concientamente o no, favorecía la censura y la autocensura de cualquier embrión de creatividad.

¿ Y esos temores de dónde venían?Desgraciadamente de nosotros mismos. Los comportamientos autoritarios adquiridos durante nuestra propia educación nos llevaban a la intolerancia hacia las nuevas propuestas y por lo tanto hacia la vida misma. No obstante decidimos jugarnos e investigar con el objetivo de encontrar nuevas respuestas. Sabíamos que quien va al encuentro de una realidad cambiante con una mentalidad flexible, posee cualidades que lo ayudan a mantener en orden el archivo del pasado, a percibir lo nuevo con atención y a mantener abiertas las puertas del futuro.

¿Por dónde comenzó su investigación?Encontramos algunas respuestas en los juegos infantiles. Observando el modo en que los niños funden emoción,  pensamiento y actividad corporal, escuchando las canciones con las que espontáneamente acompañan sus movimientos, estudiando el modo con el cual elaboran el concepto de utilidad de los objetos  (así como a una escalera la puede transformar en una nave espacial), comenzamos a pensar que se podía construir una metodología basada sobre técnicas diversas pero complementarias, usando la música como motor y elemento aglutinante.  Continuamos la búsqueda y encontramos otras respuestas en la música misma, en sus propiedades intrínsecas y en su capacidad de movilizar y emocionar.
 ¿Y después qué sucedió?Las experiencias posteriores nos dijeron que el sonido, dirigido correctamente, puede actuar sobre el sistema bioenergético del cuerpo. Estudiamos esta propiedad y confirmamos en la práctica lo que los libros y la intuición nos decían. Una vez que se nos cerró el triángulocuerpo-emoción-energía, lejano puerto adonde nos llevó nuestra búsqueda pedagógica, vimos que este método, en un primer momento usado con timidez sobre nosotros mismos, podía experimentarse sobre todas las personas. A continuación comenzamos a utilizarlo en diversas comunidades terapéuticas y allí la técnica se enriqueció con nuevas posibilidades.
Obviamente, en esta segunda etapa ya no tenían objetivos puramente escolares.
Cierto. Ahora nos preocupábamos por identificar los conflictos que condicionan el comportamiento de la persona y   entender el funcionamiento de aquellos mecanismos interiores que llevan hacia el sufrimiento.
 ¿Por qué? Porque en cada uno de nosotros podemos observar rigidez mental, emociones reprimidas y prejuicios sobre nuestro cuerpo, elementos que determinan una fragmentación interna y que involucran un hacer-sentir-pensar a menudo contradictorio. Ahora sabemos que estas contradicciones evidencian la falta de integración de los contenidos mentales que acumulamos con las experiencias de nuestras vidas. A partir de todas estas consideraciones hemos estructurado la presente metodología, integrando la música a otras disciplinas complementarias. Intentamos proponer un recurso utilizable para un crecimiento más armonioso de nuestra personalidad, a fin de mantener o restablecer nuestro equilibrio interior.

Biomúsica: sonidos que ayudan a sanar cuerpo y mente

La biomúsica influye en la bioenergética del ser humano


En Biomúsica tenemos que  basarnos en conceptos, ejercicios experiencias directas y concretas, presentando todo  bajo un modo eminentemente práctico, como si cada uno de ellos fuera una herramienta que podemos usar según nuestras necesidades. 

Creo que su origen es antiquísimo y algunos vestigios de dicha gimnasia se observan aún en diversas disciplinas que actualmente continúan su propio camino. Podemos encontrar rastros en lo que hoy conocemos como Yoga, Bioenergética, Danzaterapia, Expresión corporal, Tai chi, Gimnasia psicofísica, Stretching y tantos otros métodos y sistemas, asi trabajamos más precisamente en lo que es el triángulo Cuerpo , Energía  y Sonido.


Está suficientemente demostrado que las vibraciones sonoras que producimos o recibimos pueden hacer sentir su efecto sobre nuestro organismo. El cuerpo humano es un receptor de dichas vibraciones y se encargan de transmitirlas a los órganos y vísceras correspondientes. En Biomúsica nos podemos ayudar con ciertas palabras o conjunto de sonidos vocales que ayudan a limpiar y tonificar nuestro sistema bioenergético. Estas "magias" eran conocidas por algunos pueblos antiguos y fueron  el origen de oraciones y plegarias que aún hoy continúan utilizándose, aunque ahora su verdadero objetivo y significado se haya perdido o transformado con el tiempo, son de gran ayuda en la actualidad.



Nuestra voz posee una gran fuerza sanadora. Actúa sobre todas y cada una de las células del cuerpo y, de algún modo, nos modela y representa. La voz de una persona es su tarjeta de presentación, en ella está escrita su historia privada, sus emociones y su modo de ser. Nuestra voz es un libro abierto para un observador experimentado, porque es dinámica y delata el estado de ánimo y de salud en el que nos encontramos: la voz y el cuerpo están unidos indisolublemente. Más allá de estas generalidades, nos interesa uno de sus atributos básicos: nuestra voz posee una gran fuerza sanadora, ya que puede influenciar con sus vibraciones cada una de las células del cuerpo y podemos usarla terapéuticamente. Además, hay sonidos de la voz que resuenan con más facilidad en determinadas partes del cuerpo. Esto se debe no solamente a la frecuencia con que se los emita, sino también a una cierta predisposición de estos sonidos para resonar en esos precisos lugares. Al pronunciar nuestro nombre, por ejemplo, ponemos en movimiento una gran cantidad de factores subjetivos fuertemente vinculados a nuestra emotividad.   El propio nombre lleva en sí una gran cantidad de connotaciones ligadas a personas, objetos, lugares y situaciones. Decir nuestro nombre, repetirlo, cantarlo, hacerlo salir de nosotros mismos, puede ayudar a descargarnos de emocionalidad negativa.


Un claro ejemplo de esto es cantando el sonido más grave que podamos entonar y palpando las zonas de cuerpo donde este tono resuena, podemos sentir sus vibraciones en el pecho y parte del vientre, la espalda y la zona de las costillas. Si probamos con un sonido medio, ni grave ni agudo, vibrará el cuello, las clavículas, la mandíbula inferior y parte de la nuca. Este segundo sonido se colocará un poco más arriba respecto al primero. Por último, si cantamos un sonido agudo, al volumen más alto que podamos, observaremos que vibran los huesos de la cabeza, la nariz, la frente y el paladar, o sea zonas más altas. Esto se debe al hecho de que cada frecuencia resuena en un lugar particular del organismo: mientras más agudo es el sonido producido o recibido, más hacia lo alto vibrará en nuestro cuerpo.

SONIDO en Biomusica

Nuevos estudios

Un nuevo estudio llevado a cabo por Philips y el renombrado profesor y neurocientífico Dr. Daniel J. Levitin, indica que la música activa el cerebro de la misma forma que un estimulante químico, originando elevados sentimientos de placer, emoción o satisfacción. Al inducir los mismos sentimientos que el sexo o las drogas, la música produce una respuesta química por la cual los circuitos neurales implicados en el sistema de recompensa ayudan a modular en el cerebro los niveles de dopamina, la llamada “hormona del bienestar”.

Explicado más ampliamente en el nuevo estudio ‘Life Soundtracks’, el Dr. Levitin analiza el efecto físico que tiene la música en el cerebro, incluyendo el estado de los sentimientos sobre el Sexo, las Drogas y el Rock and Roll y cómo la música ayuda a la gente a crear conexiones musicales personales o Life Soundtracks. Se ha conocido durante décadas que el estado de ánimo constituye un sistema de recompensa que se activa cuando los jugadores ganan una apuesta o los adictos utilizan su droga favorita. Igualmente, en respuesta a la estimulación sexual, el cerebro se vuelve muy activo, liberando la dopamina u ‘hormona del bienestar’.




Al reproducir las mismas clases de sentimientos, la música origina actividad en los circuitos del cerebro asociados con el sistema nervioso autonómico y produce fielmente reacciones físicas como transpiración, excitación sexual y “temblores en la columna vertebral” 1-2. En muchos casos, el resultado es un sentimiento de euforia que confirma la idea del centro de Sexo, Drogas y Rock and Roll en el cerebro.
Entendemos por fisiología humana los procesos y funciones del organismo, es decir todas las acciones que realizan los sistemas corporales para mantener su equilibrio y adaptación. A lo largo de la historia del hombre estas manifestaciones fueron adquiriendo características de mayor complejidad.

Entre rituales, vibraciones y diferentes estilos musicales

“El hombre no deja de jugar porque envejece, mas envejece porque deja de jugar".
 (George Bernard Shaw)




El horizonte por el que transitamos nos lleva a hablar también de frecuencias sonoras, de bloques emotivos ni de problemas psicofísicos, de somatización, o sea de los temas que se hablan en Biomúsica, pero eran y son músicas y terapias, lo eran de un modo extraño para la mente actual, pero, si utilizaban el sonido para curar, para integrar socialmente o para colocarse en estados de conciencia distintos del cotidiano, podemos afirmar que no existen diferencias notables con el uso contemporáneo de la Musicoterapia. En todos esos ejemplos encontramos la música usada más allá de la misma música, y desde allí hasta el uso consiente del sonido con objetivo terapéutico hay pocos pasos.



Los  rituales arcaicos algo extraños utilizaban el sonido para curar, para integrar socialmente o para colocarse en estados de conciencia distintos del cotidiano, podemos afirmar que no existen diferencias notables con ciertos usos contemporáneos de la Musicoterapia. La diferencia con los antiguos métodos consiste en que, como disciplina terapéutica, se debe tener en cuenta los fines que nos prefijamos y los elementos que nos pueden llevar hacia ellos. Naturalmente debemos considerar las necesidades de la persona sobre la que se operan.
Es sabido que la música produce diferentes respuestas fisiológicas que se han demostrado en muchas investigaciones y experiencias y podemos resumir algunas
como:
- Aceleración o enlentecimiento del ritmo cardiaco.
- Cambios en el metabolismo, secreción de hormonas, adrenalina, etc.
- Alteración del ritmo respiratorio.
- Cambios en el tono muscular, en la temperatura basal.
- Cambio de la actividad neuronal en las zonas del cerebro implicadas en la emoción.


La audición de diferentes estilos musicales provoca cambios fisiológicos en el ser humano por ejemplo se sostienen que de los estilos analizados como el Canto Gregoriano presenta mayor variabilidad en los sujetos, sobre todo provocando disminución en la frecuencia de pulso, frecuencia respiratoria y tensión arterial. En lo que respecta a los estilos Barroco, Atonal, Electroacústico y Rock and Roll se registraron cambios fisiológicos de menor intensidad.

EL MUNDO ES UNA IMAGEN DEL LENGUAJE

A través de la música se expresa nuestro subconsciente y pone en movimiento a nuestra inteligencia emocional. Hay que hacer hincapié que la música cuenta con elementos, como: el ritmo, la armonía, el sonido, el ruido, el silencio, el movimiento y el gesto.


Siendo la música un lenguaje universal, entendiendo que el cosmos es vibración al igual que nosotros, podemos decir que forma parte del diario vivir del ser humano, nuestro desarrollo emocional como persona y nuestro archivo genético, sonoro – musical.

La Biomúsica es definida como “los cambios, tanto fisiológicos como psicológicos, que se producen en las personas cuando reaccionan ante las diferentes vibraciones”.
Con la emergente necesidad de sanación,  musicoterapeutas afirman que la Biomúsica es una metodología de trabajo que utiliza diferentes técnicas de musicoterapia, desde una visión holística de los conceptos de salud y curación. En este sentido se afirma que la biomúsica es un medio para equilibrar en el ámbito subconciente el manejo de nuestras emociones y realizar un proceso de desarrollo personal.
La relación que existe entre biomúsica y el equilibrio bioenergético[1] del ser humano, sabiendo bien que esta forma no verbal, es la que nos ayuda a restablecer el equilibrio de nuestro cuerpo físico, energético y espiritual, trabajando así podremos aplicar las técnicas de sanación por medio de las vibraciones sonoras que emite cada chackra.
Biomúsica es también una de las ramas del gran árbol de lo que actualmente se conoce como Musicoterapia. Pero decir Musicoterapia es dar un nuevo nombre a una ciencia tan vieja como la humanidad, que se  revaloriza y busca ávidamente en un tiempo donde los grandes macrorealtos como religión y marxismo han caído, ya que desde la más remota antiguedad se atribuye al sonido propiedades terapéuticas, aún desde antes se llamara Música al sonido organizado. Cuando los hechiceros hacían sonar sus calabazas para alejar las enfermedades, cuando tocaban el gran tam-tam para que la tribu bailara en comunión, cuando el sacerdote cantaba para evocar a los espíritus, o cuando en la actualidad la madre que acuna cantando a su bebé, la gente silba acompañando su trabajo, o los cantos litúrgicos que intentan inducir a un estado de recogimiento entre los feligreses, también usan la música con el propósito de hacer un bien al cuerpo o al ánimo, aunque no se lo propongan como punto de partida.




[1] El Análisis Bioenergético es una técnica terapéutica de trabajo energético-corporal

BIOMUSICA



En un contexto marcado por una ruptura histórica, social, cultural y epistémica que pretende romper la linealidad con la cual aprendíamos, intercambiábamos información y nos relacionábamos, planteando así mismo una crítica a paradigmas y narrativas  clásicos. Nacen distintas propuestas que pretenden  reconfigurar la precepción social de valores, principios, conceptos y prácticas que considerábamos en una concepción moderna “superados”. Uno de estas reconfiguraciones es el concepto y práctica de la música en la cotidianidad, antes vista  como un mero entretenimiento perteneciente a las elites.


Podemos decir que en la posmodernidad, la música además de ser el medio por la cual expresamos nuestras emociones, percepciones, y frustraciones se ha convertido en una técnica de sanación energética y biológica, que permite establecer métodos de curación en forma individual o colectiva, logrando al mismo tiempo encasillar al ser, en una tendencia de destrucción de los sistemas caducos.



La Musicoterapia se presenta de distintos  modos según la intención de quien la propone y, obviamente, resulta difícil concluir en una sola definición de la misma. Algunos métodos usan instrumentos, la voz o las grabaciones; otros se acercan a la danza, al teatro o a la meditación.





Esta disparidad se debe, en algún modo, a la versatilidad del fenómeno musical, capaz de combinarse o de presentarse en mil modos diversos, ya que el hombre, como lo planteo Hermes Tresmegisto, en su tratado de los 7 principios universales, es vibración.